Sigo transitando por la vida como si el tiempo fuera a agotarse mañana, como si el devenir de los días no tuviera nada que ver contigo... ni conmigo. Sigo pensando que cada luna es un regalo del sol que nos perdermos cada noche. Sigo cumpliendo años como si fuera la primera vez y no fueran a llegar más. Y esta vez han sido 30. Sigo feliz, pese a todo, y así pienso quedarme, al menos, durante la próxima década. Al fin y al cabo, esto no ha sido tan terrible. Voy a seguir llegando tarde al destino, mientras tanto... ¿miramos juntos las estrellas?
domingo, 12 de junio de 2011
lunes, 6 de junio de 2011
Rarezas mías...
Hay días en los que parece que Madrid existe sólo para ser refugio de melancólicos y naúfragos. Yo tengo un poco de ambos, y hoy es uno de esos días en mitad de Junio. Por eso me he levantado con esta idea rondando, y no he parado hasta darle forma. Ha sido en Callao, mirando el cielo de la Gran Vía que aparece en la foto, cuando por fin he conseguido entender lo que quería decir y no lograba articular. Me he sentido mucho mejor porque, hasta ese momento, todo estaba siendo terriblemente extraño, como de desasosiego sin tristeza, como de tranquilidad sin alegría, como de ni fu ni fa. Y yo sólo soy de extremos, especialmente en estos días en los que mi signo del zodiaco se encuentra como pez en el agua rozando el día que nací hace 30 años. Así que he salido a la calle sólo por no estar más tiempo en casa, y he regresado cuando estaba lo suficientemente lejos como para querer regresar. Ha sido entonces, al darle el primer sorbo a la cerveza, cuando todo se ha ordenado, y he vuelto a sentirme feliz en mi tranquila cotidianidad.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Que por Mayo, era por Mayo...
Madrid en bici parece mucho más Madrid. Pedalear bajo el sol de esta ciudad primaveral es un lujo al alcance de casi todos, como deberían ser todos los lujos. La primavera me sienta bien en Mayo, así que ahora que por fin se fué Abril, y entre las nubes se abrió paso un pedacito de tranquilidad, me dedico a ordenar la vida que se escurre en las escasas 24 horas de cada día. Y eso que 24 suena mucho mejor que 30.
Balcones abiertos a la corriente y las buenas noticias. El mundo gira mejor bajo el sol.
Llegó el tiempo de crecer.
Y crecimos.
lunes, 25 de abril de 2011
El "30" es la clave de esta semana
Leyendo Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, de Albert Espinosa, me doy cuenta de que mis "problemas" vienen única y exclusivamente, de mí misma. Y esto que parece tan sencillo, en realidad no lo es tanto. Porque uno puede tardar toda una vida en comprender que siempre tendrá que solucionar cosas propias a las que aún no se ha enfrentado, por mínimas y tontas que sean.
Yo me encuentro en esa fase, quizás porque me queda poco más de un mes para cumplir 30 años y estoy, aunque suene ridículo, pasando por ese tipo de crisis que se pasa al cambiar de decena. Y no es que no soporte "hacerme mayor". No, no es eso, siempre le he encontrado un gusto peculiar a cumplir años, pese a las arrugas, las canas y demás inconveninetes del paso del tiempo. Pero ahora estoy instalada en la crisis, y voy a quedarme en ella un rato más. Sin drama, sólo con un poco de tristeza y una pizca de nostalgia, haciendo recuento de lo que voy dejando atrás, de lo que ya tenía que haber sido y probablemente nunca será... y de todo lo que está por venir. Pero para que algo llegue, debería empezar por levantarme de la cama y enfrentarme a las pequeñas cotidianidades como ducharme, hacer la compra y la comida, o salir a la calle y solucionar mil asuntos pendientes. O quizás tendría que levantarme, en cualquier caso, y preparar la clase que daré el jueves de Imperativo con OD y OI, que tanta inseguridad me causa, pese a que R. dice, medio en serio medio en broma, que se me da muy bien el Imperativo.
Pero como he trabajado 30 horas en 3 días, y estoy deprimida porque voy a cumplir 30, decido quedarme en la cama, tumbada, leyendo Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, de Albert Espinosa.
lunes, 18 de abril de 2011
"Todas las Canciones hablan de Mí"
Hacía mucho, muchísimo tiempo que no me permitía el lujo de pasar un día sin hacer nada. Nada más que revolcarme en mi propia miseria mientras escucho, leo y veo todo lo que no debería escuchar, ni leer, ni ver. Y lloro como hacía tiempo que no lloraba, sin importarme nada más que no dejarme nada. Y pienso que esto no es forma de empezar el año en Abril, ni de despedirme de los últimos meses del “2”, ni de enfrentarme a las cosas. Y estoy segura de que estoy dándote un buen montón de razones para odiarme. Hace poco leí o escuché a un personaje decir, no recuerdo en dónde, que estaba científicamente comprobado que, cada cinco años, uno piensa que cinco años atrás era un idiota. Si fuera así, yo sería la excepción que confirmara la regla, porque ahora mismo no hago más que sentirme igual de idiota, como mínimo, que hace cinco años. Peor, siento que vuelvo a tener 15 años. Las mismas dudas, las mismas tristezas, los mismos miedos. Peor, porque ahora voy a cumplir 30, así que la ilusión y la esperanza han decaído de manera proporcional al tiempo transcurrido, y la vida no hace más que recordarnos que nunca fuimos eternos.
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