lunes, 25 de abril de 2011

El "30" es la clave de esta semana

Leyendo Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, de Albert Espinosa, me doy cuenta de que mis "problemas" vienen única y exclusivamente, de mí misma. Y esto que parece tan sencillo, en realidad no lo es tanto. Porque uno puede tardar toda una vida en comprender que siempre tendrá que solucionar cosas propias a las que aún no se ha enfrentado, por mínimas y tontas que sean. 

Yo me encuentro en esa fase, quizás porque me queda poco más de un mes para cumplir 30 años y estoy, aunque suene ridículo, pasando por ese tipo de crisis que se pasa al cambiar de decena. Y no es que no soporte "hacerme mayor". No, no es eso, siempre le he encontrado un gusto peculiar a cumplir años, pese a las arrugas, las canas y demás inconveninetes del paso del tiempo. Pero ahora estoy instalada en la crisis, y voy a quedarme en ella un rato más. Sin drama, sólo con un poco de tristeza y una pizca de nostalgia, haciendo recuento de lo que voy dejando atrás, de lo que ya tenía que haber sido y probablemente nunca será... y de todo lo que está por venir. Pero para que algo llegue, debería empezar por levantarme de la cama y enfrentarme a las pequeñas cotidianidades como ducharme, hacer la compra y la comida, o salir a la calle y solucionar mil asuntos pendientes. O quizás tendría que levantarme, en cualquier caso, y preparar la clase que daré el jueves de Imperativo con OD y OI, que tanta inseguridad me causa, pese a que R. dice, medio en serio medio en broma, que se me da muy bien el Imperativo. 

Pero como he trabajado 30 horas en 3 días, y estoy deprimida porque voy a cumplir 30, decido quedarme en la cama, tumbada, leyendo Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, de Albert Espinosa.  

lunes, 18 de abril de 2011

"Todas las Canciones hablan de Mí"

Hacía mucho, muchísimo tiempo que no me permitía el lujo de pasar un día sin hacer nada. Nada más que revolcarme en mi propia miseria mientras escucho, leo y veo todo lo que no debería escuchar, ni leer, ni ver. Y lloro como hacía tiempo que no lloraba, sin importarme nada más que no dejarme nada. Y pienso que esto no es forma de empezar el año en Abril, ni de despedirme de los últimos meses del “2”, ni de enfrentarme a las cosas. Y estoy segura de que estoy dándote un buen montón de razones para odiarme. Hace poco leí o escuché a un personaje decir, no recuerdo en dónde, que estaba científicamente comprobado que, cada cinco años, uno piensa que cinco años atrás era un idiota. Si fuera así, yo sería la excepción que confirmara la regla, porque ahora mismo no hago más que sentirme igual de idiota, como mínimo, que hace cinco años. Peor, siento que vuelvo a tener 15 años. Las mismas dudas, las mismas tristezas, los mismos miedos. Peor, porque ahora voy a cumplir 30, así que la ilusión y la esperanza han decaído de manera proporcional al tiempo transcurrido, y la vida no hace más que recordarnos que nunca fuimos eternos.