lunes, 6 de octubre de 2008
Y pasó...
Como todo pasa en esta vida ("... todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar..."). Incluso esas gripes que parece no vayan a marcharse nunca, con sus mocos, su dolor de cabeza, su tos, su malestar generalizado... Pasó, y empezó un nuevo día, casi casi un nuevo mes, una nueva estación, y si me apuras, una nueva vida. Porque de pronto amanece un día en que una, miope desde la adolescencia, empieza a ver las cosas desde otra perspectiva. Perspectiva que había olvidado hacía más tiempo del recomendable. Pero se dan nuevas circunstancias, nuevas ventanas y aperturas de ojos y orejas, y es capaz de mirar la vida de otro color. Quizás es que estoy optimista, liberada de la premenstrualidad (siempre la misma, oye), o en el extremo álgido de mi ciclotimia particular, pero yo creo que no. Creo que las conversaciones tenidas y las de por tener (gracias por todas ellas), los imprescindibles y complicados cambios de actitud propios y ajenos, las lágrimas expulsadas a tiempo y a destiempo, los nuevos proyectos, la alineación de los planetas... qué sé yo! Sólo siento que se han dado las condiciones adecuadas para que, como Lázaro, me levante y ande. Y es que nadie dijo que fuera sencillo esto de crecer y aceptar las cosas como van vieniendo o como vamos tratándolas con lo poco que aún sabemos. La vida está mal hecha. Deberíamos nacer sabios viejos y arrugados, adultos ya formados y "vividos", para morir pequeños sanos sonrientes, inocentes, ignorantes e inconscientes; como aquél anuncio de no sé qué coche. La vida está mal hecha, pero es la única que tenemos.
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