martes, 25 de mayo de 2010

1+

Como cada año, cuando se va acercando el día de envejecer un poquito más, me empiezan a entrar sofocos premenopáusicos, me va mucho más rápido el corazón, y resaltan con fuerzas las ojeras y "líneas de expresión". El próximo 10 de Junio toca crisis, y lo sé porque intuyo peor lo de ser la última vez que cumpla veintialguno que el hecho mismo de entrar en la treintena. Y lo sé porque aún queda tanto por hacer y tan poco tiempo para que empiece a ser tarde...

Como cada año, en el ecuador de mi egocéntrica concepción temporal, el reloj marcará el devenir del color y el calor, de los olores y los abrazos, de la música y la risa y un poco también del llanto.

Y como cada año, pensaré que todo esto merece la pena.

1 comentario:

Lundra dijo...

merece la pena a pesar de la angustia de que el tiempo pasa sin hacer todo lo que queremos hacer, sin que lleguemos a ese destino inmenso y maravilloso que la vida se suponía nos tenía deparado, aunque sabemos que en alguna parte de nuestro cuerpo o de nuestro espíritu hemos acumulado experiencia, no sabemos muy bien de qué nos servirá, pero si sabemos que el tiempo que se ha ido, lo ha sido para siempre, porque ése sí que no da segundas oportunidades.