En Alemán, todos los sustantivos empiecen por mayúscula. Y me encanta. Me parece que le concede una importancia maravillosa a entidades que de otra manera podrían pasar desapercibidas ante algunos ojos ingratos, desde el momento en que una nube no es una nube, sino una Nube, o la felicidad es, desde el inicio, la Felicidad. Y así con todas las cosas, aunque sean las más pequeñas, o precisamente por ello. ¿Acaso no suena todo mejor así? Si los nombres propios empiezan por mayúscula, ¿por qué el de todos los seres animados o inanimados del mundo no pueden gozar de ese privilegio? No vamos a ser nosotros más importantes que un árbol, el agua, o una piedra. Pero no me hagáis caso, quizás estoy perdiendo la perspectiva, en esta mezcla de incertidumbre y comienzo constante… Y no es que me queje, que va, ni quiero ni puedo hacerlo, es sólo que a veces todo se hace un poco cuesta arriba. La vida, sencillamente, que es así. Lo sé. Pero saberlo no facilita el camino aunque, si estuviera escribiendo ahora mismo en alemán en vez de en castellano, al menos, sería el Camino. Y eso lo haría un poco más sencillo. Desde el primer Instante, desde el Principio.*Fotografía: Rubén Sintes.



Como cada año, cuando se va acercando el día de envejecer un poquito más, me empiezan a entrar sofocos premenopáusicos, me va mucho más rápido el corazón, y resaltan con fuerzas las ojeras y "líneas de expresión". El próximo 10 de Junio toca crisis, y lo sé porque intuyo peor lo de ser la última vez que cumpla veintialguno que el hecho mismo de entrar en la treintena. Y lo sé porque aún queda tanto por hacer y tan poco tiempo para que empiece a ser tarde...