Tal cual. Ya no es cosa mía. Cierto que tengo un carácter complicado y algo inestable, vale, pero con los años he ido poniendo a prueba mi fortaleza, mi aguante físico-mental ante las adversidades, y toda mi capacidad de supervivencia. Miento, no he sido yo la que lo ha puesto a prueba, sino la vida, y las malditas circunstancias, que decía aquél. Pero el caso es que ya he aprendido eso de que lo que no te mata te hace más fuerte, blablabla. Ya no me ahogo facilmente en vasos de agua, y he aprendido a equilibrar mi negatividad con altas dosis de vitalidad y optimismo, pese a todo. Y de esperanza, eso también. Entonces... ¿entonces qué coño pasa? ¿dónde se meten las buenas noticias? Y, lo más importante, ¿por qué todo es tan jodidamente complicado? Sí, cuando las cosas van mal, siempre pueden ir peor.
Quizás el día que todo se desmorone, el sol me sorprenda cagándome en dios con las bragas por las rodillas.
Quizás el día que todo se desmorone, el sol me sorprenda cagándome en dios con las bragas por las rodillas.