Mejor no tener tiempo. Trabaja 6 horas, estudia alguna más (o menos), coge el autobús y el metro una hora y otra de regreso, cocina, come, camina. Duerme si puedes. Cánsate lo suficiente como para ir directo a casa y que, cuando llegues, no te apetezca hacer nada más. Túmbate en el sofá, si aún estas a tiempo, y enciende la televisión. Un telefilme, un programa del corazón, el peor bodrio que encuentres, da igual. Traga, mastica, digiere... si te atreves. Te atreverás, porque distraerá tu mente lenta, muerta, agotada, como tú. Quedará en off, descansará mientras crees que estás disfrutando de tu tiempo de "ocio". Engáñate, no caigas en la tentación de recordar tiempos de irresponsabilidad, diversión y vida. Eres adulto, engáñate. No hables con nadie: ni amigos, ni marido, ni compañeros de piso, ni novia, ni madre, ni hijo, ni perrito que te ladre. No hables. Corres el riesgo de malcomunicarte y echar a perder los únicos minutos de tranquilidad desde que el despertador sonó por la mañana, hace ya muchas horas. Acuéstate. Sin un beso, sin hacer el amor, sin un "buenas noches". No cometas el error de realizar algún acto placentero que pueda distraer tu descanso. Acuéstate. No leas, no escribas, no pienses. Acuéstate roto, vencido, molido, por fuera y por dentro. Como tu alma. Vendida.
Mejor no tener tiempo. Engáñate, eres adulto, puedes hacerlo. No recapacites sobre nada, es lo mejor de no tener tiempo. Si se te ocurre la fatalidad de pararte un segundo a reflexionar, te darás cuenta de que tus sueños sólo eran eso, sueños, y de que el mundo, y tu vida, es una auténtica mierda. ¿La de los demás? No importa, ahora sólo descansa, mañana volverá a sonar el despertador, como cada mañana de lunes a domingo. No vivas, sólo descansa. Mejor no tener tiempo.