sábado, 26 de enero de 2008

Cómo me gustaría...

Cómo me gustaría tener un maldito fin de semana libre…Y que tú también lo tuvieras. Y poder hacer planes, o no, y al despertarnos, tras mirar al cielo, decidir que nos vamos a ver la nieve, o el mar, o Madrid. ¿Recuerdas Madrid? Ciudad inmensa que ha quedado reducida a un puñado de calles por las que sólo corremos. Siempre al mismo sitio, a ninguna parte.


Cómo me gustaría tener un maldito fin de semana libre… y poder hacer lo que quisiera. Y al despertarme, tras mirar al cielo, decidir que no voy a mirar nunca más el reloj. Y no sentir el cansancio que me lleva a la inmovilidad, y volver a bailar hasta el amanecer sin temor a la resaca del día después… y no pensar que al día siguiente tengo que volver a trabajar.


Cómo me gustaría tener un maldito fin de semana libre… y todos los demás. Y no tener que hacer piruetas con los horarios para adaptarme al tuyo, al mío, a los suyos. Y leer, y viajar, y correr por placer. Y volver al cine tres veces por semana, y al teatro que nunca pagué, y a los conciertos que tampoco, y a las cenas de cualquier precio cualquier día del año.


No es que el tiempo cambie a las personas. Es que se cansan de soñar con algo que tuvieron y que, saben, nunca más volverán a recuperar. Libertad. Libertad de poder mandarlo todo a la miera, porque “todo” era una categoría en la que no tenías nada que perder.


Cómo me gustaría tener un maldito fin de semana libre… y tener tiempo para mirarme al espejo y recordarme que soy feliz.

miércoles, 23 de enero de 2008

Crecer

Crecer es una mierda. Aunque supongo que eso lo sabe todo el mundo, y yo he bebido alguna copa de vino de más. ¿Qué podemos decir? ¿Cómo debemos hacerlo? Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Creo que era Benedetti el que lo decía, pero Grey hablaba de ello también en el capítulo de esta noche. Duele. La Verdad, ante todo, duele. Pero no se puede obviar durante mucho tiempo. No se puede huir de ella como si tal cosa. En realidad, una de las peores cosas de hacerse mayor es que no se puede huir de nada. O puedes, pero tarde o temprano la huida pasa factura. Dicen que eso es parte de madurar, superar el precio que los problemas cotidianos se cobran por haber huido de ellos, y seguir adelante, preparándote lo mejor posible para los sucesivos. Que vendrán, vaya si vendrán.

Sin embargo, hay quien pasa los días viviendo en su mundo, creyendo que todo lo que hace o dice está bien, esquivando las consecuencias de sus acciones o decisiones. Son personas que se quieren más que a nadie, que no dudan (o no lo muestran), que no tienen miedo, que se saben todopoderosos, fantásticos, únicos. ¿Pero que hacemos el resto del mundo, el común de los mortales, ante estas personalidades? Nos achicamos y acobardamos, nos sentimos menos de lo que ya generalmente nos creemos, y nos replanteamos la vida, y nuestra existencia, una vez más, otra vez más.

Entonces danzamos entre desilusiones y sueños frustrados a partes iguales, deseando hacer lo que no hacemos, o decir eso que siempre callamos, o creer que somos lo que no creemos que llegaremos a ser. Crecer es una mierda, pero no es nada nuevo.

domingo, 6 de enero de 2008

Menudo estreno...

Milagrosamente, no sólo se ha terminado la navidad, si no que además, ni me he enterado de su existencia. Lo único que he hecho ha sido trabajar y enfermar. En esto último estoy aún: gripe, complicada con varios síndromes: el premenstrual y el de abstinencia (tres días sin fumar) No parece la mejor estampa para empezar el año, pero la verdad es que aún no me va mal. Tal vez sólo se deba al descanso acumulado gracias al continuo sueño febril, o a que llevo unos días protegida del desangelado mundo exterior, o a que la falta de tiempo y de lucidez me ha ahorrado el detestable balance anual y la pedida de deseos imposibles. Sea lo que sea, ahora mismo no tengo mucho más que decir. Ni bueno ni malo, nada. ¿Neutralidad vital? Qué horror, creo que voy a fumarme un cigarro antes de que no haya marcha atrás...

FELIZ 2008